lunes, 17 de noviembre de 2014

COLUMNA DE OPINIÓN



DESERCION ESCOLAR ¿VIA INHERENTE AL CICLO DE LA POBREZA?

Susana Torres Pérez
En la actualidad, existe consenso respecto a la importancia que tiene la educación para mejorar las condiciones de vida de las personas, no sólo se accede a mejores oportunidades, sino que posibilita el desarrollo integral de las mismas. En este sentido, la finalización de la educación escolar actúa como base de habilidades mínimas requeridas en una persona para integrarse al mundo laboral o continuar con estudios superiores. En dicho contexto, la deserción escolar es una situación no deseada debido a los efectos perjudiciales que tiene tanto a nivel  del individuo, como en la sociedad.

La deserción escolar ocurre cuando un estudiante interrumpe indefinidamente sus estudios, sin haber completado el ciclo educacional, lo cual aumenta la probabilidad de encontrarse en situaciones de vulnerabilidad o exclusión social, tales como cesantía, drogadicción, delincuencia y falta de participación en la sociedad civil. Es decir, pasar a formar parte de lo que los estudiosos definen como “circulo de pobreza”.

 El abandono del sistema escolar, según las estadísticas, reflejan para  Chile,  que un 9,6% de jóvenes entre 14-17 años (CASEN 2011), se encuentran en esa condición. A considerar, que se ha ampliado fuertemente la cobertura de la educación y  que mientras más amplia es la cobertura de un ciclo escolar, más excluyente es la situación de no alcanzarlo. Es en este sentido, que el Estado al decretar doce años de escolaridad obligatoria, también  ha tenido que diseñar políticas educativas tendientes a la retención escolar (programas de JUNAEB), y la reinserción escolar, dirigida a la población que se ha retirado del sistema regular, a través de programas de escolaridad completa, lo cual explica la importancia social de dicho fenómeno.

¿Pero cuál será la causa de la deserción juvenil? Encontramos distintas interpretaciones acerca de los factores que originan el abandono del sistema escolar formal.   Causales de carácter extraescolar, en donde la situación socioeconómica y el contexto familiar de niños y jóvenes, actuarían de forma directa e indirecta. Al respecto,  la pobreza y la marginalidad, la inserción laboral, el embarazo adolescente, la disfuncionalidad familiar, el consumo de drogas, las bajas expectativas de la familia y en especial de los padres con respecto a la educación. A lo anterior, agregar factores intraescolares, como generadores de dificultades para la permanencia en el sistema educativo. En tal sentido, la conducta, el bajo rendimiento, ausencias frecuentes a clases, sucesivos cambios de escuela, la falta de oferta educativa de calidad y de poca pertinencia curricular, sobretodo en sectores rurales, serían los principales elementos que detonarían la deserción temprana.

Sumar que, el mayor porcentaje de desertores,  corresponde a los sectores más pobres de la población, siendo los quintiles 1 y 2 los que concentran  el 20,8% (CASEN 2011), donde mayoritariamente el abandono se relaciona con dificultades económicas y los jóvenes optan por la posibilidad de ingresar al mundo laboral con el afán de aportar a sus familias, y en otros casos relacionados con la ausencia de uno de los padres.

La literatura existente nos habla de causales multifactoriales, explicativas de la deserción, pero cabe señalar que cual sea la o las razones que la originen, no cabe dudas que este fenómeno social nos involucra a todos, porque jóvenes que no terminan su escolaridad se suman a este círculo vicioso que es la pobreza y donde la reflexión no sólo se debe centrar en el otorgamiento de beneficio económicos, sino también en ofertas educativas pertinentes y de calidad para su desarrollo personal. Y me pregunto: ¿Nos hacemos cargo de esta realidad en la discusión de la reforma?