DESERCION ESCOLAR ¿VIA INHERENTE AL
CICLO DE LA POBREZA?
Susana Torres Pérez
En la actualidad, existe consenso
respecto a la importancia que tiene la educación para mejorar las condiciones
de vida de las personas, no sólo se accede a mejores oportunidades, sino que
posibilita el desarrollo integral de las mismas. En este sentido, la
finalización de la educación escolar actúa como base de habilidades mínimas
requeridas en una persona para integrarse al mundo laboral o continuar con
estudios superiores. En dicho contexto, la deserción escolar es una situación
no deseada debido a los efectos perjudiciales que tiene tanto a nivel del individuo, como en la sociedad.
La deserción escolar ocurre
cuando un estudiante interrumpe indefinidamente sus estudios, sin haber
completado el ciclo educacional, lo cual aumenta la probabilidad de encontrarse
en situaciones de vulnerabilidad o exclusión social, tales como cesantía,
drogadicción, delincuencia y falta de participación en la sociedad civil. Es
decir, pasar a formar parte de lo que los estudiosos definen como “circulo de
pobreza”.
El abandono del sistema escolar, según las estadísticas,
reflejan para Chile, que un 9,6% de jóvenes entre 14-17 años (CASEN
2011), se encuentran en esa condición. A considerar, que se ha ampliado
fuertemente la cobertura de la educación y que mientras más amplia es la cobertura de un
ciclo escolar, más excluyente es la situación de no alcanzarlo. Es en este sentido,
que el Estado al decretar doce años de escolaridad obligatoria, también ha tenido que diseñar políticas educativas
tendientes a la retención escolar
(programas de JUNAEB), y la reinserción
escolar, dirigida a la población que se ha retirado del sistema regular, a través
de programas de escolaridad completa, lo cual explica la importancia social de
dicho fenómeno.
¿Pero cuál será la causa de la
deserción juvenil? Encontramos distintas interpretaciones acerca de los
factores que originan el abandono del sistema escolar formal. Causales
de carácter extraescolar, en donde la
situación socioeconómica y el contexto familiar de niños y jóvenes, actuarían de
forma directa e indirecta. Al respecto, la
pobreza y la marginalidad, la inserción laboral, el embarazo adolescente, la
disfuncionalidad familiar, el consumo de drogas, las bajas expectativas de la
familia y en especial de los padres con respecto a la educación. A lo anterior,
agregar factores intraescolares, como
generadores de dificultades para la permanencia en el sistema educativo. En tal
sentido, la conducta, el bajo rendimiento, ausencias frecuentes a clases,
sucesivos cambios de escuela, la falta de oferta educativa de calidad y de poca
pertinencia curricular, sobretodo en sectores rurales, serían los principales
elementos que detonarían la deserción temprana.
Sumar que, el mayor porcentaje de
desertores, corresponde a los sectores
más pobres de la población, siendo los quintiles 1 y 2 los que concentran el 20,8% (CASEN 2011), donde mayoritariamente
el abandono se relaciona con dificultades económicas y los jóvenes optan por la
posibilidad de ingresar al mundo laboral con el afán de aportar a sus familias,
y en otros casos relacionados con la ausencia de uno de los padres.
La literatura existente nos habla
de causales multifactoriales, explicativas de la deserción, pero cabe señalar
que cual sea la o las razones que la originen, no cabe dudas que este fenómeno
social nos involucra a todos, porque jóvenes que no terminan su escolaridad se
suman a este círculo vicioso que es la pobreza y donde la reflexión no sólo se
debe centrar en el otorgamiento de beneficio económicos, sino también en
ofertas educativas pertinentes y de calidad para su desarrollo personal. Y me
pregunto: ¿Nos hacemos cargo de esta realidad en la discusión de la reforma?
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